Cuando una periodista de la talla de Magdalena Ruíz Guiñazú, independientemente de estar o no estar de acuerdo con su pensamiento político, llega al punto de transformar una entrevista en una discusión personal creo que es momento de pensar que debe dedicarse a otra cosa porque ha perdido el norte periodístico.
Magdalena no puede ni debe, por su trayectoria, hacer el papel triste de una ciudadana protestona que se queja como doña "Rosa", en la verdulería del barrio.
Hubo un punto en el que pensé que era una cuestión personal con Aníbal Fernández, pero no, se ha generalizado y no está bien la imagen que nos devuelve.
Plantarse frente a cualquier ministro, pidiendo, en nombre de todos los que pagamos el Canal 7, que no debieran permitir la emisión de un programa televisivo donde se injuria a los periodistas, argumentando que es el canal estatal, es un pedido autoritario de censura que no se puede permitir. Menos, aduciendo que el programa está auspiciado por el gobierno, comentario indigno, si se cabe.
Se acuerda que existe un canal estatal por el programa "678", Ningún periodista habló de la calidad de la programación de Canal 7, del respeto que demuestra por la gente, un respeto tal, que traspasa la pantalla...
El canal 7 es el único canal de aire cuya programación está pensada para un ciudadano inteligente.
Guiñazú debiera primero hablar lo bueno, para pensar en resañtar lo que ella considera un agravio al periodismo.
Pero nada habla del resto de la programción de los canales privados donde el agravio tiene su cuna.
Como me permito discentir, voy argumentar mi postura:
Los periodistas pueden decir que los políticos del gobierno son corruptos, más no admiten que les señale su corrupción. ¿Por qué?
Porque piensan que son los mimados del sistema, que la ciudadanía no ve su vasallaje, que el programa de marras no representa a nadie...
Mal, muy mala lectura.
El periodismo en su conjunto ha sido sacudido en su credibilidad. Ni Magdalena, ni el séquito que nombró, volverá a tener la imagen del pasado.
La culpa no es de "678" es de sus conductas periodísticas. Si han optado por defender su quintita, el bolsillo o un empresariado oportunista, no es problema de la gente.
El ciudadano independiente ha visto cómo se les han ido cayendo las caretas, una a una. Cómo los íconos del periodismo mostraron su codicia, su vulnerabilidad, su banalidad y una fatuidad que los enmarca en la falta de calidad periodística.
Guiñazú no es capaz de analizar con equilibrio porque la ira se lo impide y aunque no todos los periodistas están en la misma bolsa, ella sí lo está.
Invito a que el conjunto de periodistas involucrados reflexione, que se tranquilice... Que se mire en el espejo de la verdad y deje de señalar a los otros.
Asumir lo que son y dejar de envidiar a un programa pequeño pero ingenioso, que ha provocado un efecto insospechado y clarificador, poniendo sencillamente blanco sobre negro.
Lo que más bronca les da, parafraseando el tango, es que la ciudadanía independiente los ha dejado de consumir.
Magdalena mantiene, como Clarín, los ciudadanos que quieren escuchar ese discurso, pero la función periodística para la que se les paga es atraer a los que no piensan así, y eso ha sido el gran fracaso de hoy. Por eso Magdalena está enojada. Sabe que tarde o temprano, si no cumplen la función encomendada van a dejar de ser.
Por eso mi consejo:
Estás a tiempo, ¡¡¡Colgá los botines!!!
