Ahondar en detalles sobre el caso “Macri” no hace más que enturbiar lo turbio que debe despejar la Justicia.
Me permito barruntar sobre la "naturalidad" con la que el Jefe de Gobierno encara estas irregularidades, llamadas por periodistas impresentables, "travesuras".
Muchos años de gobiernos de facto y de otros (“menemismo”) que merecerían un párrafo aparte, dejaron un entramado social acostumbrado al "vale todo". Esta ausencia de valores viene de la mano de la impunidad y muchas otras veces está acompañada por una Justicia ciega y sorda.
Macri, que políticamente es "un imberbe", es como ciudadano argentino, por lo menos osado.
Poner en evidencia su personal des manejo de la cosa pública, con fabular historias de palacio para justificar su des gobierno, colocarse como víctima en lugar de victimario (Sino que lo digan aquellos que fueron sacados por medio de la UPEC en madrugadas que nos recuerdan momentos muy oscuros de nuestra historia), creer que mintiendo va a convencernos que ha sido objeto de persecución política para sacarlo del medio por su relevancia, es pensar que somos todos estúpidos.
Este ninguneo sobre el pensamiento de los argentinos tiene que ver con la poca estima que Macri tiene de todo lo popular. Los suyos no necesitan explicaciones porque están acostumbrados a espiar a la gente.
Nos gustaría que el Jefe de Gobierno admitiera que armó con el erario público un “módulo” cuya finalidad era espiar a sus propios funcionarios, a empresarios, a políticos para hacer anticipo de intereses a su favor. Lástima que Palacios aprovechó para sí y espió a una víctima de la AMIA sin medir consecuencias que es la manera en que esta gente se ha manejado siempre. Con el apoyo de la infraestructura macrista, Misiones y Puerta incluidos, Palacios hizo lo suyo, lo de siempre, ocuparse la vida de los otros impunemente.
Una amistad de tantos años ameritaba hacerlo de forma inconsulta, una espía más de tantas que seguía, como “sana” costumbre de tantos años.
Macri avanza entonces en la transparencia de "negociados", donde su padre, paladín del emporio, podría quedar en evidencia. Seguramente Franco se estará preguntando muchas cosas sobre su hijo.
Es claro que Mauricio es el producto de un capital que vino "hecho".
Franco sabe que la actuación política de Mauricio es una “gilada” que no deja dividendos y no entiende, con seguridad, la psicología de este hijo que busca “redimir” la política desde la ignorancia.
Si pudiera, lo escondería en el ropero. Favor grande que nos haría a todos los contribuyentes, porque es un inútil político que cree que dirigir una ciudad es manejar una empresa donde, cuando se le prenden fuego los papeles, viene corriendo papito con los bomberos para apagarlo.