Cuando el periodismo habla tan ligeramente sobre las responsabilidades políticas, se olvida de su propia responsabilidad.
Aquello del "clima crispado", como parte de las tragedias sociales, es un pensamiento tan oportunista como descalificador. Pensar que los ciudadanos somos tan tontos para creernos que el clima instalado por los medios es el clima social que se vive, habla de una simplificación que no resiste el más mínimo análisis.
"Omitir" descaradamente el origen de los reclamos sociales, sacando de la escena al empresariado, para reemplazarlo en la cadena de responsabilidades sólo por el gobierno es una chicana política de corto vuelo.
Los sindicatos son fuertes en sociedades donde hay abuso de parte de la burguesía.
No suena casual la tendenciosidad hacia Moyano y sus pares. Justo en este momento en que se está dirimiendo la posibilidad de participación de los obreros en las ganancias de las empresas. El ciudadano de a pie ya sabe que la discusión de fondo no es que no se quieran repartir, el problema no está allí.
Esta feroz oposición al proyecto Recalde pasa por la posibilidad que los empleados accedan a información restringida donde quedaría en evidencia las verdaderas ganancias de los empresarios, sus evasiones y elusiones. Es allí donde está el meollo del problema.
El periodismo que tanto se queja del "periodismo de periodistas", se victimiza vilmente como si su trabajo no estuviera "bien pago".
Este juego siniestro donde todos juegan su juego se torna perverso. A la hora del establecimiento de un relato ficcional donde no faltan provocaciones e inverosímiles situaciones de enfrentamiento, uno nunca imagina donde se termina.
Como dijo el CEO del gran diario argentino: los Kirchner no saben con quien se metieron.
La izquierda en general hace su triste papel de siempre, más de lo mismo, acompañando la comparsa mediática termina por aliarse con la derecha. No se soportan pero son funcionales.
¿Será porque como dijo un periodista, los Kirchner están a la derecha de la derecha?
Miopía, simple incomprensión de la realidad.
Este gobierno se mantiene parado gracias a la enorme base que lo sustenta y que día a día, lejos de los que creen lo contrario, se va ampliando permanentemente. La única razón: hechos.
Esta ciudadanía ignorada sólo recibe las realizaciones de la política no las promesas.
En este sentido el gobierno enarbola la bandera sintetizada en aquellas hermosas palabras que canta Serrat y que dicen:
-Detrás está la gente-