Sorprende el desafortunado comentario de Alfonsín hijo, a pesar que hace un tiempo había empezado a notar sus contradicciones.
El hombre, como ser individual primero y como sujeto social después, arrastra consigo su historia personal y el entorno cultural en el que le toca desarrollarse.
No debe haber sido fácil ser el “hijo de”.
Ricardo Alfonsín, “Ricardito” para los íntimos, debe haber sufrido mucho el indiscutido liderazgo de su padre.
De cualquier manera este sufrimiento emocional no le impidió canalizar la empatía que su padre provocaba para empezar a dejar de ser su sombra.
Hay algo de envidia, de insana intención, de sabotaje personal en este hombre cuando uno lo ve vestido con los trajes de su padre o sentado en su sillón.
Siempre rescato a las personas que defienden ser ellos mismos. Nadie en los zapatos de otro camina bien.
A Ricardo Alfonsín la postura le queda grande. Le queda inmensa la construcción política, porque si quiere estar a la altura de las circunstancias actuales, debe encarar una posición bien definida.
Para ir contra el gobierno hay que tener un importante caudal de coraje político.
No se puede estar en contra desde las medias tintas. Hay que poder meter las patas en el barro.
En este sentido me parece que Carrió, Duhalde o Cobos son más representativos de esa oposición. Aunque cada uno represente a oposiciones diferentes, algunas más radicalizadas que otras.
El problema de "Ricardito" es que se queda en un NI. Su Ni no es un NI cualquiera. Es un NI cínico que uno espera de otro político y no de él.
Es triste.
Faltó el respeto al duelo del la presidenta y al del pueblo. Los errores políticos cuestan caros, seguramente le faltó análisis o se dejó llevar.
Pareció innecesario, descolgado, pero los seres humanos son lo posible.
Muchas veces detrás de una apariencia bonachona hay un ser impiadoso, aunque desde lo político se ve que vale todo.